24 de julio de 2013

* Las Poquianchis

BIOGRAFIA
Las "Poquianchis" es el sobrenombre y nombre mediático con el que se conoció a un grupo de asesinas seriales mexicanas activas entre 1954 y 1964, principalmente en la ciudad de San Francisco del Rincón, Guanajuato, México. El grupo estaba conformado por las 4 hermanas de la familia González Valenzuela; Delfina González Valenzuela (n. 1912 en El Salto, Jalisco, México - † 17 de agosto de 1970 en Irapuato,Guanajuato, México)- era la líder.- Las otras tres mujeres que formaban el grupo criminal eran: María de Jesús González Valenzuela (n. ¿? - † ¿?), María del Carmen González Valenzuela (n. ¿? - † ¿?) y María Luisa "Eva" González Valenzuela (n. ¿? - † noviembre de 1984 enIrapuato, Guanajuato, México).
Las cuatro mujeres eran dueñas de varios burdeles en Guanajuato y Jalisco, sus víctimas fueron en su mayoría sexoservidoras a su servicio aunque también asesinaron a clientes y bebés de las mujeres esclavizadas. Su número confirmado de víctimas son 91, pero se cree pudieron matar más de 150 personas convirtiéndolas en las asesinas seriales más prolíficas registradas en la historia de México, aún más que cualquier asesino serial varón mexicano, y unas de las más prolíficas asesinas o asesinos en serie del mundo.

LA FAMILIA GONZALEZ VALENZUELA
Las hermanas González nacieron bajo el apellido de "Torres Valenzuela", fueron hijas del matrimonio conformado por Isidro Torres y Bernardina Valenzuela, oriundos de El Salto, Jalisco. La familia González era una familia muy disfuncional, su padre- que trabajaba como policía para el gobierno porfirista, tenía el cargo de alguacil, se mantuvo en el puesto aun después de la Revoución Mexicana- era un hombre violento, prepotente y autoritario que con frecuencia golpeaba a su esposa e hijos, se cuenta que desde pequeñas obligaba a sus hijas a ver las ejecuciones de los presos. Por su parte su madre era una fanática religiosa.
Los maltratos en la casa González llegaron a tal punto que en cierta ocasión Carmen González, siendo una adolescente, se fugó de casa con en ese tiempo su novio, varios años mayor que ella,- llamado Luis Jasso.- Su padre la buscó, trás encontrarla la golpeo y la encarceló de manera arbitraria en la prisión municipal (sin ninguna causal u orden de aprehensión), la mantuvo bajo arraigo por un número indeterminado de tiempo que se extendió por varios meses. Ese mismo día Isidro Torres se convierte en prófugo de la justicia al asesinar a un presunto delicuente, llamado Félix Ornelas, el finado era un hacendado sospechoso de varios delitos, murió durante el intento de arresto al recibir varios tiros por la espalda por parte de Isidro Torres. Este último huyo de la justicia dejando a su hija encarcelada por 14 meses. Carmen salió de prisión gracias a un hombre cincuentón dueño de una tienda de abarrotes con quien Carmen había entablado un relación amorosa; fruto de esta relación procrearía un hijo. 
La familia Torres Valenzuela, se vio forzada a cambiar su apellido por el de González para evitrar posibles represalias y a huir del pueblo. Su padre se separo de su familia para vivir una vida de fugitivo.

INCURSION COMO EMPRESARIAS
Para 1935, la familia vivía en un estado de pobreza lamentable, las hermanas habían conseguido empleo en una fábrica textil, pero los miserables salarios que se pagaban apenas le servían para subsistir.
En 1938, Carmen conoce a un hombre llamado Jesús Vargas alías "El Gato", este hombre era un vividor y criminal de poca monta; con él Carmen entabla una relación, ese mismo año se va a vivir con él. Juntos abren una pequeña cantina en El Salto. Vargas dilapidó todas las ganancias del establecimiento hasta llevarlo a la ruina, después de esto Carmen abandonó a Jesús Vargas y regresó a vivir con su familia. 
Para ese momento los padres de las hermanas González habían muerto dejándoles una modesta herencia,  con esta capital Delfina González abrió su primer burdel ubicado en El Salto, Jalisco. La prostitución era ilegal en Jalisco, pero la viglancia para combatir esa practica era pobre. El prostíbulo estuvo activo por mucho tiempo, hasta que una riña sucitada en el lugar llamo la atención de las autoridades que cerraron el establecimiento.

EL BURDEL "GUADALAJARA DE NOCHE"
En 1954, Delfina muda el establecimiento a San Juan de los Lagos, Jalisco, durante las festividades de la feria anual celebrada en el pueblo. Para establecer el negocio las mujeres contaron con el apoyo de varias autoridades corruptas. El propio alcalde concedió los permisos para que el negocio operará como bar a cambio de favores sexuales.
Las mujeres eran engañadas o compradas a tratantes, el sistema con el que operaba el burdel era semejante al peonaje empleado durante el Porfiriato, las mujeres cautivas estaban obligadas a comprarle a las madrotas suministros, como ropa y comida, a precios arbitrarios, acumulando así inmesas deudas. Las mujeres entonces eran forzadas a prostituirse para poder pagarles.

CORRUPCIÓN
Según el relato de las hermanas González Valenzuela, las técnicas que usaban para instalar un prostíbulo primero consistía en hacer amistad con las autoridades para estar protegidas. En muchas ocasiones se hicieron amantes y proporcionaron dinero a funcionarios locales para asegurar que su negocio no fuera cerrado.
Ya instaladas en sus cabarets, “Las Poquianchis” contrataban personas que recorrieran la República para buscar adolescentes de entre 13 y 15 años de edad, para que por medio del engaño y la extorsión las condujeran a sus negocios, donde una vez que entraban eran mantenidas en cautiverio para prostituirlas.
La Secretaría de Salud emitía tarjetas de control falsas, que “Las Poquianchis” utilizaban para presumir que sus muchachas estaban sanas. Estas tarjetas costaban mucho dinero, pero servían para que los clientes estuvieran tranquilos. Por supuesto, muchas de las prostitutas estaban enfermas.

SE DESTAPA EL CASO
En 1964 Catalina Ortega, una de las más recientes muchachas en llegar al prostíbulo, logró escapar y se presentó en la comandancia de la Policía Judicial en Leon, Guanajuato. Las autoridades giraron una orden de aprehensión y se dirigieron a San Francisco del Rincón. Ahí detuvieron a Delfina y a María de Jesús. María Luisa logró escapar al último momento. El caso fue ampliamente difundido por la revista Alarma!. Muchas de las mujeres fueron rescatadas y narraron los horrores que vivían en ese lugar.

CRIMENES
La historia que las mujeres contaron a los judiciales les erizó los cabellos a los agentes policíacos, pues ellas narraron cómo algunas de sus compañeras fueron golpeadas y torturadas por sus matronas e incluso varias fueron asesinadas y enterradas dentro del mismo predio dónde eran explotadas. Las víctimas relataron a las autoridades que nunca las dejaban salir de las casas de citas, y que cuando resultaban embarazadas les practicaban abortos y en caso de nacer los niños, éstos eran asesinados por las lenonas.
Según el relato de las rescatadas, “Las Poquianchis” también asesinaban a aquellas prostitutas que “ya no les servían” a quienes sepultaban vivas en un panteón clandestino ubicado en el poblado de Los Ángeles, en San Francisco del Rincón. Este “trabajo” era realizado por el capitán del Ejército, Hermenegildo Zúñiga Maldonado, conocido como “El Capitán Águila Negra”, quien fue amante de Delfina y protector de las lenonas.

EL RELATO
Delfina desarrolló un método de reclutamiento que dejaba mayores ganancias: acudían a rancherías o pueblos cercanos, donde buscaban a las niñas más bonitas. No importaba si tenían doce, trece o catorce años de edad; llevaban cómplices masculinos que, si las sorprendían solas, simplemente se las robaban. O si estaban acompañadas de sus padres, generalmente campesinos, se les acercaban y les ofrecían darles trabajo a las hijas como sirvientas. Los padres accedían, “Las Poquianchis” se llevaban a las niñas y de inmediato empezaba su tormento.
Apenas llegaban al burdel, “Las Poquianchis” procedían a desnudar a las niñas por completo y examinarlas. Si consideraban que tenían “suficiente carne”, los ayudantes que habían contratado se encargaban de violarlas, uno tras otro, vaginal y analmente. También las obligaban a practicarles sexo oral y si lloraban o se resistían, las golpeaban.
Después, “Las Poquianchis” las bañaban con cubetadas de agua helada, les daban vestidos y las sacaban por la noche a que comenzaran a atender a la clientela del bar, bajo amenazas de muerte. Los clientes se mostraban siempre encantados de que les proporcionaran niñas de tan corta edad para que los atendieran, así que el negocio iba viento en popa. Las hermanas alimentaban a sus esclavas sexuales solamente con cinco tortillas duras y un plato de frijoles al día.
Cuando una de las prostitutas llegaba a cumplir veinticinco años, “Las Poquianchis” ya la consideraban “vieja”. Procedían entonces a entregársela a Salvador Estrada Bocanegra “El Verdugo”, quien la encerraba en uno de los cuartos del rancho, sin darle de comer ni beber por varios días, y entrando constantemente para patearla y golpearla con una tabla de madera en cuyo extremo había un clavo afilado. Una vez que la mujer estaba tan débil que ya no podía ni siquiera intentar defenderse, “El Verdugo” la llevaba a la parte de afuera del rancho y, tras cavar una zanja profunda, la enterraba viva. A otras las aplicaban planchas calientes sobre la piel, las arrojaban desde la azotea para que murieran al caer, les destrozaban la cabeza a golpes.
Si una de las muchachas se embarazaba, si padecía anemia y estaba demasiado débil para atender a sus clientes, o si se atrevía a no sonreírle a los parroquianos, era asesinada. Los bebés que llegaron a nacer fueron muertos y enterrados, con excepción de un niño, al que guardaron para vendérselo a un cliente que quería experimentar con él; mientras se dedicaron a maltratarlo.
También practicaban abortos clandestinos si alguna de las prostitutas más populares quedaba embarazada, con tal de no perder esa fuente de ingresos. Las mujeres además eran obligadas a limpiar el lugar, a cocinar y a atender a “Las Poquianchis”.
“Las Poquianchis” habían reclutado a varios ayudantes que las auxiliaban en sus labores. Uno era Francisco Camarena García, el chofer que se encargaba de transportar a las jovencitas reclutadas, junto con Enrique Rodríguez Ramírez; otro era Hermenegildo Zúñiga, ex capitán del ejército, conocido como “El Águila Negra”, quien fungía como su guardaespaldas y cuidador del burdel.
José Facio Santos, velador y cuidador del rancho; y Salvador Estrada Bocanegra, “El Verdugo”, quien golpeaba a las prostitutas que protestaban por algo y, cuando alguna amenazaba con marcharse o denunciar los maltratos a los que era sometida, se encargaba de asesinarla y enterrarla. También policías y militares utilizaban los servicios de las niñas esclavas, todo gratis a cambio de protección para el burdel.
María Auxiliadora Gómez, Lucila Martínez del Campo, Guadalupe Moreno Quiroz, Ramona Gutiérrez Torres, Adela Mancilla Alcalá y Esther Muñoz “La Pico Chulo” eran prostitutas que se convirtieron en celadoras y castigadoras a cambio de que “Las Poquianchis” respetaran sus vidas.
Cuando alguna de las niñas nuevas no quería ceder ante el capricho de algún cliente, ellas se encargaban de arrastrarla de los cabellos por todo el burdel, llevarla a un cuarto y darle de palazos hasta dejarla inconsciente. “La Pico Chulo” también gustaba de matar a palazos a las muchachas, destrozándoles la cara y el cráneo con una tranca de madera.

RITOS SATÁNICOS
Para 1963, “Las Poquianchis” incursionaron en el satanismo. Alguien les dijo que si ofrecían sacrificios al Diablo, ganarían más dinero y tendrían protección. Desde ese momento, cada vez que llegaban nuevas niñas reclutadas, eran iniciadas en un extraño ritual.
Primero las hermanas Valenzuela encendían velas y veladoras, formando una estrella de cinco puntas. Luego llevaban un gallo, el cuál era sacrificado. Entonces Delfina y sus hermanas se desnudaban para untarse la sangre del animal. Desnudaban además a las niñas nuevas, quienes eran violadas y sodomizadas por los cuidadores, mientras “Las Poquianchis” contemplaban la escena y se reían.
Después sus ayudantes llevaban a la habitación a algún animal: un macho cabrío o un perro, y obligaban a las niñas a realizar un acto zoofílico para alegría de quienes contemplaban la escena. Después, los hombres llamaban a las demás niñas para empezar una orgía, en la cual “Las Poquianchis” también participaban. Semanas después, comenzarían otro negocio: le quitaban la carne a los cadáveres de las prostitutas que iban asesinando, para venderla por kilo en el mercado.

CONDENA
Luego de varios meses que duró el proceso que consistió en careos e interrogatorios, finalmente Delfina, María de Jesús y María Luisa González Valenzuela, fueron acusadas de lenocinio, secuestro y homicidio calificado y recibieron la pena máxima de 40 años de prisión, sin embargo dos de ellas murieron tras las rejas antes de poder obtener su libertad.
Delfina, conocida como La Poquianchis Mayor, falleció a los 56 años en la cárcel de Irapuato, el 17 de octubre de 1968; María Luisa, apodada “Eva La Piernuda”, perdió la vida en su celda de la cárcel municipal de Irapuato en noviembre de 1984 luego de ser consumida por un cáncer hepático y María de Jesús fue la única que falleció en libertad.
Con la muerte de estas tres mujeres que hicieron historia, se cerró un ciclo dentro en las páginas del periodismo policíaco en México.
El caso de “Las Poquianchis” fue tan famoso que incluso fue el argumento de obras de teatro, películas y libros de algunos connotados literatos que adaptaron la historia en un macabro cuento. Sin embargo, la verdadera historia, siempre será más cruda y sangrienta que cualquier texto o película que pudo o podrá hacerse.

* José Luis Calva Zepeda

BIOGRAFIA
José Luis Calva Zepeda (20 de junio de 1969–11 de diciembre de 2007) conocido posteriormente como El Poeta Canibal o El caníbal de la Guerrero, mexicano cuyo nombre tomó relieve internacional tras producirse su detención el 8 de octubre de 2007 por parte de las autoridades mexicanas, acusándolo de canibalismo y triple homicidio.
Fue sorprendido por las autoridades en su casa después de una denuncia iniciada por los familiares de su pareja sentimental: Alejandra Galeana Garavito, mujer de 32 años y madre de dos hijos, que previamente había descuartizado en su casa, sin embargo, el 16 de octubre negó ante la Fiscalía del Distrito Federal haber practicado el canibalismo pero sí que se declaró culpable del asesinato, declaraciones que no hicieron mover la postura del fiscal Gustavo Salas que mantiene la línea de la premeditación y la consumación del acto canibal, puesto que según dice: "en la sartén se encontraron restos de esta carne y un plato con cubiertos y hasta con un limón que nos hace presumir que las consumió" CALLE DEL SOL # 76. La policía encontró el tronco de Alejandra, que fue reportada como desaparecida el 5 de octubre de 2007 por sus familiares, dentro de un armario, las otras partes cortadas a trozos fueron hallados en el frigorífico, mientras que el antebrazo estaba recién frito en la sartén.
José Luis Calva Zepeda tuvo que prestar declaración en el Hospital de Xoco, puesto que al ser sorprendido por los agentes de la autoridad se tiró por la ventana, sufriendo una conmoción cerebral leve.8 Se le vínculo también con el asesinato de otra de sus exnovias a quién encerró en un automóvil desnuda para que no pudiera escapar. Llegando a un basurero la descuartizó. De este caso también se relacionó la muerte de una sexoservidora, que tenía características similares de descuartización a las otras 2 mujeres asesinadas por el. Esto lo declaró un hombre que dijo haber tenido una relación homosexual con "El caníbal", y quién confesó haberle ayudado en la descuartización de una de sus novias. El hombre también fue condenado a prisión. El 11 de diciembre de 2007 se suicida en su celda del Reclusorio Oriente.
El 18 de octubre de 2007 salió a la luz un expediente de la Fiscalía, donde detalla la vinculación otra ex novia presuntamente maltratada por José Luis Calva Zepeda. Se trata de Olga Livia, una profesora de inglés de 23 años a quien obligó a ver películas pornográficas de zoofilia y a tener relaciones sexuales sadomasoquistas.
Calva Zepeda murió el 11 de diciembre de 2007 tras presuntamente suicidarse en una celda de la cárcel usando un cinturón, sin embargo existen dudas sobre si José Luis Calva Zepeda se suicidó, ya que según declaraciones de su hermana, al reconocer el cadáver de "El Caníbal" en el SEMEFO, Calva Zepeda presentaba marcas de tortura y una presunta violación de parte de los internos, quienes supuestamente le metieron un palo por el ano y le destrozaron los genitales. También confesó que el cinturón con el que su hermano había sido encontrado ahorcado, no correspondía al de él. Además dijo que José Luis Calva antes de morir se volvió "loco" y mirándola decía: "Soy el caníbal". Antes de morir, José Luis Calva Zepeda escribió su historia plantándola: "Instintos Caníbales", en dónde agregó como "fin" su suicidio. En el velorio de Calva Zepeda, el hermano de una de las mujeres que asesinó trató de entrar para abrir el ataúd y comprobar que dentro de él se encontrara José Luis Calva, pero las autoridades lo impidierón.

CURIOSIDADES

  • Escribió diez novelas, ocho obras de teatro y más de ochocientos poemas. Al inicio de uno de sus volúmenes una línea indica: “Dedico estas palabras a la creación más grande del universo (que soy yo)"
  • La canción "12 días" de la banda de Grunge Sud-californiana Útero está inspirada en él.
  • Calva Zepeda vendía sus poemas en hojas sueltas o en cuadernillos, que ofrecía en las calles y en los cafés de los Colonias Roma y Condesa, en la Ciudad de México, así como en el Tianguis del Chopo
  • En una de las paredes de su departamento, tenía una foto de Anthony Hopkins en el papel del famoso asesino en la película El silencio de los corderos.
  • Antes de morir, José Luis Calva Zepeda escribió su historia plantándola: "Instintos Caníbales" o "12 días", en dónde agregó como "fin" su suicidio.


23 de julio de 2013

* "Los Rebeldes" de Ciudad Juárez

BIOGRAFIA
Los Rebeldes de Ciudad Juárez es el nombre auto-impuesto y con el que se conoce mediáticamente a un grupo de asesino seriales mexicanos que estuvieron activos entre 1995 y 1996, en Ciudad Juárez, Chihuahua, México, son responsables de varios feminicidios en está ciudad. El grupo era liderado por Sergio Armendáriz Díaz (n. 1980) y Juan Contreras Jurado, otros 3 miembros del grupo fueron sentenciados en 2005: Carlos Barriento Vidales, Gerardo Fernández Molina y Romel Omar Ceniceros García.
Fueron condenados por tan solo 8 asesinatos, pero se sospecha su número de víctimas asciende a entre 10 y 14. Según declaraciones de los propios detenidos, ellos trabajaban como asesinos a sueldo para Abdel Latif Sharif, condenado por un feminicidio. Está versión no se comprobó.

CRIMENES
El 7 de abril de 1996, fue encontrado el torso de una mujer, en un lote baldío en las afueras de la ciudad,- en el predio llamado Lomas de Poleo, también se encontraron varias osamentas pertenecientes a otras víctimas en ese mismo sitio.- El torso pertenecía a Rosario García Leal, una joven de 17 años trabajadora de una maquiladora de Phillips,- desaparecida el 7 de diciembre de 1995; presuntamente habría muerto por una contunsión craneocefálica, en vida habría sido violada y torturada, los restos presentaban cortes por arma punzo-cortante y dentro de la vagina se encontró esperma. En la ropa de la víctima se había marcado la letra "R" con rasgaduras, también se encontró una tarjeta de presentación de una persona llamada "Héctor".
Se desconoce a ciencia cierta que día murió Rosario, pero se cree esto pudo haber pasado en algún punto en febrero de 1996, lo que es seguro es que todo el tiempo desde su secuestro hasta su muerte ella sufrió un infierno de tortura y ultraje. El asesinato de Rosario García, fue atípico por el hecho de que la mantuvieron viva por un tiempo relativamente largo de tiempo, esto no había ocurrido en ningún otro caso.
Posterior a su detención los 5 hombres ya mencionados confesaron haber asesinado a 8 mujeres, aunque después se retractaron y alegaron haber sido víctimas de tortura por parte de la policía para declararse culpables. Erika Fierro, una mujer miembro de la banda que se llegó a relacionar con los homicidios pero no se le pudo imputar responsabilidades, declararía que en cierta ocasión Arméndariz Díaz le dijo que quería que le presentara una amiga suya, a la cual ella solo se refirió como "Mausy":
"... Ella no quería hablar con él. Pero yo insistí y ella fue. Después no la volví a ver. Yo sabía que él iba a matarla, pero no podía hacer otra cosa porque él había amenazado con matarme..." (Fierro, Erika; 1996)

APREHENSIÓN 

El 8 de abril de 1996, es detenido Héctor Olivares Villalba, él era miembro de la pandilla local autonombrada "Los Rebeldes", confesó haber participado en el secuestro de Rosario García perpetrado, el 7 de diciembre de 1995, y su posterior asesinato por varios miembros de la banda incluido su líder Sergio Arméndariz alías "El Diablo".
Ese mismo año, son arrestados 10 miembros de la padilla; aparte de los condenados fueron aprendidos: Carlos Hernández Molina Mariscal, Héctor Olivares Olivares, Romel Ceniceros García, Erika Fierro y Fernando Gremes Aguirre. Estos últimos finalmente fueron liberados al no encontrarse pruebas de su responsabilidad en los secuestros, violaciones y asesinatos.             Faltan muertes que aclarar.

* Juana Barraza Samperio

BIOGRAFIA
Juana Dayanara Barraza Samperio nació el 27 de diciembre de 1958 en la ciudad de Pachuca de Soto, Hidalgo (México)., posee conocimientos de enfermería y dedicada también en algunas ocasiones a la lucha libre (bajo el seudónimo de "La Dama del Silencio") o a la venta de rosetas de maíz afuera de la arena de lucha, y supuesta adoradora de la Santa Muerte; cometió varios homicidios en el área metropolitana de la Ciudad de México desde los años 90 hasta principios del año 2006
Barraza se ha transformado en uno de los casos más interesantes dentro de la historia criminal en México, ya que durante muchos años se mantuvo la comisión de sus crímenes sin ser capturada, y por la semejanza de su modus operandi con el de famosos asesinos en serie de otros países, como Thierry Paulin.
El primer asesinato atribuido a la mataviejitas fue cometido a fines de los años 90 aún cuando la serie de asesinatos comenzó presuntamente el 17 de noviembre de 2003. Se ha estimado que el número total de sus víctimas es de entre 42 y 48.
El 31 de marzo del 2008, el juez 67 de lo penal, con sede en Santa Martha Acatiltla le dictó sentencia de 759 años y 17 días de prisión por 17 homicidios y 12 robos cometidos en agravio de personas de la tercera edad.

ANTECEDENTES
A través de entrevistas realizadas a la detenida Juana Barranza alias "la Mataviejitas", se conoció que parte de su conducta criminal venia a ser un reflejo de la violación que sufrió durante su niñez, en ese momento la madre de la mataviejitas era una alcohólica y en una reunión con otras personas la madre de la mataviejitas accedió a que tres hombres tuvieran acceso carnal con la menor a cambio de licor. Es entonces que producto de este trauma (el que fue más adelante agrandado, cuando uno de los hijos de Juana Barraza fallece), la Mataviejitas acarrea un gran problema psicológico que de un momento a otro en su vida es resaltado en el primer homicidio que realiza, donde (en base a lo manifestado por la Mataviejitas) cada parte de sus acciones en el homicidio son un reflejo condicionado por el trauma vivido en su niñez.

MODUS OPERANDI
Todas la víctimas de la asesina eran ancianas, quienes en su mayoría vivían solas. Las muertes eran provocadas por golpes, heridas de armas punzo cortantes o estrangulación, con robos materiales a las víctimas inmediatamente después de ser asesinadas. En cada asesinato que cometía siempre vestía de rojo. En casos aislados, se encontró evidencia de abuso sexual en las víctimas.
  En el transcurso de las actividades criminales de la mataviejitas, las autoridades policiacas fueron duramente criticadas por los medios de comunicación puesto que, todavía a finales del 2005, asumían un "sensacionalismo mediático" respecto a un asesino en serie. Asimismo, se criticó el hecho de que el asesino era buscado, tal vez inútilmente, entre las prostitutas y/o travestis de la Ciudad de México. De hecho, durante la cacería de la asesina, Bernardo Bátiz, entonces Procurador de Justicia de la Ciudad de México, había indicado que 'el Mataviejitas' era 'brillantemente listo' (creyéndose hasta ese momento que se trataba de un hombre y no de una mujer) que cometía sus crímenes después de un corto período durante el cual se ganaba la confianza de sus víctimas. Los oficiales que investigaban el modus operandi del asesino sospecharon que el o la 'mataviejitas' se presentaba ante sus víctimas como trabajador social del gobierno (enfermera), ofreciendo programas de beneficencia para personas de la tercera edad.
  La búsqueda de la asesina fue complicada debido al cúmulo de evidencias contradictorias. En un punto de la investigación, la policía conjeturó que eran dos asesinos los que podrían estar implicados. También se puso singular atención en la extraña coincidencia de que por lo menos tres de las víctimas del asesino poseían una copia de una pintura del siglo XVIII, Niño en Chaleco Rojo, del artista francés Paul Cézanne. Interesantemente, antes de la captura de la presunta asesina, las autoridades mexicanas divulgaban declaraciones de testigos que señalaban que el asesino usaba ropa de mujer para acceder a los apartamentos de las víctimas. En uno de los casos, uno de los testigos observó a una “mujer grande con una blusa roja” salir del hogar de una de las mujeres asesinadas. Ello fue interesante para los criminólogos, forenses y detectives puesto que había grandes paralelos entre la mataviejitas y Thierry Paulin. Bajo ese contexto, se atribuyó al asesino (presumiblemente varón) la posibilidad de una doble personalidad. Otra observación interesante hecha por los investigadores fue la extraña coincidencia de que algunas de las víctimas de la asesina en serie eran de origen español.
El mayor avance en el caso ocurrió el 25 de enero de 2006 cuando se arrestó a una persona sospechosa huyendo del hogar de la última de las víctimas atribuidas a la asesina. La víctima, Ana María de los Reyes Alfaro, de 82 años de edad, residente de la colonia Moctezuma 1a sección en la ciudad de México, había sido estrangulada con un estetoscopio, siendo varias veces apuñalada con un cuchillo ranger militar.
Para sorpresa de muchos, que aseguraban que el asesino era hombre, la persona detenida fue Juana Barraza Samperio, de entonces 48 años. En pruebas preliminares, Barraza se asemejaba bastante a un modelo de arcilla1 que describía las características faciales del asesino: Persona de cabello tupido, teñido de color rubio y rostro de facciones duras. Al ser detenida portaba un estetoscopio, formas de solicitud de pensión para adultos mayores y una tarjeta que la identificaba como trabajadora social. Preliminarmente, la policía de la ciudad de México no pudo detenerla antes ya que no se contaba con huellas digitales completas que pudieran dar la identidad de la asesina, en las escenas del crimen no se encontraban completas sino solo fragmentos de ellas, por lo cual no se podía tener una prueba para detener a alguien.
Se dice que, al momento de ser capturada, la presunta asesina confesó haber asesinado a la anciana, Ana María de los Reyes Alfaro y a otras tres mujeres, pero negó estar implicada en el resto de los asesinatos. Ella comentó a los reporteros que había visitado la casa de Ana María de los Reyes Alfaro en búsqueda de trabajo como lavandera. "Ustedes sabrán por qué lo hice cuando lo lean de mi declaración ministerial" finalizó Barraza.